Las ceramidas, con su antigua historia y modernos beneficios, se han convertido en un ingrediente imprescindible en el cuidado de la piel sensible. ¿Qué hace que estas pequeñas piezas de arte sean tan beneficiosas para quienes tienen una piel delicada?

¿Qué son las ceramidas?

Las ceramidas son lípidos intercelulares alojados en la capa superior de las células cutáneas y son cruciales para la función de barrera de la piel. Muchos expertos las describen como el “pegamento” que mantiene unida la barrera cutánea.

La barrera cutánea, con la ayuda de las ceramidas, actúa como un protector para mantener la humedad dentro de la piel y los factores de estrés ambiental, como irritantes, alérgenos y microbios, fuera de ella.

¿Qué hacen por la piel?

Sin estos lípidos, la barrera cutánea se verá comprometida y no desempeñaría su función de la manera correcta, lo que provocaría irritación, sequedad y otros problemas.

Las pieles con eccema o dermatitis atópica, por ejemplo, tienen niveles bajos de ceramidas y por eso su barrera cutánea no hace bien su trabajo.

Cuando se aplican de forma tópica, estos lípidos imitan el propio sistema de hidratación de la piel. Por eso, a menudo se hace referencia a las ceramidas como ingredientes “idénticos a la piel”.

Además, no sensibilizan la tez ni los ojos. Por este motivo, encabezan la lista de fórmulas cosméticas diseñadas para cutis hipersensibles y afecciones cutáneas como el eccema y rosácea.

Su objetivo es cuidar la piel, regenerándola y restaurándola para evitar la deshidratación y el envejecimiento.

Con el paso del tiempo, la piel se vuelve más permeable y pierde su capacidad para retener humedad y mantenerse hidratada. Esto se traduce en una disminución de las ceramidas naturales de la piel.  De esta forma, unos niveles de ceramidas inferiores vuelven la piel más seca, reactiva e irritada. Si el número de ceramidas empieza a disminuir, la piel lo notará y estará más reseca y tensa.

Las ceramidas no solo son beneficiosas para la piel del rostro, también lo son para el cabello. Por ejemplo, cuando el pelo se ve seco, con falta de fuerza y brillo o cuando las puntas empiezan a abrirse, es un indicativo de la falta de ceramida en el cuerpo.

Las ceramidas pueden ser naturales o sintéticas. Las ceramidas naturales llamadas también fitoceramidas, están presentes en los aceites vegetales como el de jojoba, el de cártamo y el de semilla de uva y también suelen proceder de la avena y el trigo.

Mientras que las sintéticas se fabrican en la industria cosmética en un entorno estable, cuyo objetivo es que la piel se pueda beneficiar de su reposición.

Al elegir productos con cerámicas para tu rutina de cuidado de la piel, es importante buscar formulaciones suaves y libres de ingredientes irritantes adicionales.

Con los avances del mundo de la medicina estética, se ha llegado a la conclusión de que, añadiendo ceramidas a los componentes de las cremas hidratantes, las mascarillas y los serums revitalizadores, se fomenta la reparación de los tejidos de la piel, aportando un extra de hidratación, elasticidad y brillo. Por lo que, si tienes un tipo de piel seca o mixta, o tiendes a tener rosácea, las cremas con este lípido pueden ser de una enorme ayuda para calmar y tener el rostro hidratado y uniforme.

En resumen, las ceramidas ofrecen una solución efectiva y delicada para el cuidado de la piel seca y sensible. ¡Descubre la belleza de las ceramidas y transforma tu rutina de cuidado de la piel hoy mismo!